Es un año de máxima exigencia para Damián Quintero. En una semana, del 19 al 23 de mayo, en la ciudad croata de Porec se disputará el Campeonato de Europa absoluto. Después, en agosto, vendrán los Juegos Olímpicos. Y más tarde, en noviembre, el Mundial. Pero por encima de todos está la cita de Tokio, donde el kárate se estrena como disciplina. «Pero los Juegos Olímpicos son los Juegos Olímpicos. Que se quite todo lo demás», asegura.
La cancelación de los Juegos a 2021 por la pandemia del COVID-19 trastocó la preparación. «Este año de retraso no hay hecho más que incrementar las ganas. Más si cabe sabiendo que en París 2024 no somos disciplina olímpica. Imagina las veces que los llevo nombrando en cuatro años. Tengo a mi mujer con la cabeza loca, sólo quiere que compita. Es la ilusión de mi carrera. Es el evento más grande que existe y tengo ganas de vivir esa experiencia y sacar esa medalla para España porque creo que tengo posibilidades», explica el malagueño, una de las bazas para tocar metal en Japón: «Si te soy sincero es más la presión mediática que la que se pone uno. Obviamente uno piensa también en esa oportunidad única por mi carrera deportiva, son muchos años. Son muchos factores que hacen esa medalla más especial, puede ser la única o de las pocas de kárate en España. Pesa a veces, pero rápidamente hablas con el psicólogo y te dice que te centres».
El camino hacia este momento único en su carrera, con aplazamiento mediante, está siendo peculiar. «Lo peor realmente fue el año pasado en marzo o abril cuando no sabíamos lo que iba a pasar. Veías a gente al otro lado del mundo entrenando y tú no podías. Luego llegó la noticia del aplazamiento y fue una liberación. Van a ser unos Juegos raros, por supuesto, pero también es cierto que no participé nunca y no sé cómo son los verdaderos. Serán mis Juegos y los disfrutaré», afirma Quintero, que esta temporada sólo compitió en marzo en la vuelta de la Premier League, donde se colgó el oro: «Es raro porque en el 2019 con todos los torneos puntuables para el ránking olímpico competíamos cada dos semanas. Al final uno se adapta porque se está entrenando bien, pero el feedback real lo sacas de una competición. Una competición internacional pensando para mí porque en una nacional no me encuentro los que estarán en los Juegos, que son los que me interesan. Es complicado porque falta ese feedback permanente que teníamos. De esta manera nos hemos habituado. En el 2020 no quedó otra que apretar los dientes y entrenar como podíamos, ya ni molesta la mascarilla. Entrenas y ya está. Tengo la suerte de tener a Jesús del Moral, que lo lleva todo a rajatabla».
En Croacia puede ser campeón de Europa por undécima vez, sería la séptima en la modalidad individual. «Ahora quiero volver a competir. Entre una cosa y otra desde el último torneo pasó un mes y medio y es una buena prueba para ver cómo estamos en cuanto a los Juegos. Aunque la competición de kárate es 5, 6 y 7 de agosto, que queda bastante tiempo todavía, nos viene bien este Europeo de motivación para conseguir otro oro y para ver cómo estamos con respecto a los rivales que nos vamos a encontrar en los Juegos», reconoce el malagueño, totalmente enfocado en la cita olímpica.
Damián Quintero es de los pocos deportistas de la provincia con el billete sacado para Tokio. «Vas con la bandera de España en el pecho porque es lo que toca, pero abajo está la de Andalucía y la de Málaga, que es mi tierra. Es un orgullo representar a los malagueños, que espero que estén pegados a la televisión en agosto», admite el karateca, condecorado con galardones de mucho prestigio en la Costa del Sol. En 2019, por ejemplo, la Diputación de Málaga reconocerá este año con la Medalla de Oro de la Provincia.
«Cuando hablo de Málaga sólo puedo hablar de agradecimiento, tanto para la Diputación de Málaga como para el Ayuntamiento. Siempre me han apoyado. Tengo en el Carpena mi metro cuadrado con mi estrella en el Paseo de las Estrellas. Me siento un privilegiado de que Málaga me apoye de esta manera y mis medallas son la forma de agradecer», termina Quintero. Una presea, la de oro, en los Juegos Olímpicos redondearía un palmarés tremendo. Es su ilusión.
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