La líder mundial de kata simula sobre el tatami de su domicilio la competición junto a su marido y entrenador, Jesús del Moral
Los últimos meses en la carrera de Sandra Sánchez se deslizan por una montaña rusa emocional. El 11 de marzo vivió en primera persona el urgente desalojo del Centro de Alto Rendimiento de Madrid después de que dos técnicos dieran positivo en las pruebas del coronavirus. Cuando le avisaron de que debían marcharse de la Blume estaba posando para la portada de la revista Sport Life. La foto, casualmente, resultó premonitoria. Invitaba a entrenarse en casa. Solo tres días después el Gobierno decretó el estado de alarma. Sandra se confinó en su casa en Talavera de la Reina, con la inquietud de si iba a poder competir en el Europeo de kárate en Bakú que todavía no se había suspendido y, sobre todo, de lo que pudiera suceder con Tokio 2020. “Los Juegos son el sueño de cualquier deportista. Para el kárate son los primeros y tiene la pinta de que pueden ser los últimos (este deporte quedará excluido del programa olímpico). Además son en Japón, la cuna del kárate. Que todo eso coincida, me llena de emoción”, cuenta esta deportista de 38 años a la que ya hubo quien consideraba demasiado veterana cuando ganó su primer Europeo hace cinco años. Ella lo ha desmentido a base de resultados.
El aplazamiento de los Juegos tranquilizó a la campeona del mundo en 2018, cinco veces campeona de Europa y tres años seguidos líder de la clasificación mundial de kata. “Mi ilusión era y es infinita. Los Juegos es algo que quiero vivir. Me generaba algo de miedo que se llegasen a cancelar. Me decía a mí misma: ‘no podemos tener tanta mala suerte’. Pero ahora ya estoy tranquila. Es un año, nada más. Y ahora, eso es secundario. Mi pensamiento se centra en el bienestar general y que se pueda superar de la mejor manera la pandemia”.
Seis karatecas por videoconferencia
Su situación es muy particular. Jesús del Moral es su marido, su entrenador y seleccionador de katas. “Me siento afortunada. No tengo quejas”, ríe. “Ojo, que me exige muchísimo. Es lo que tiene vivir con el entrenador”. En octubre, adquirieron un tatami y lo instalaron en su casa de Talavera de la Reina con la idea de utilizarlo los días de verano o algún fin de semana, ya que viven la mayor parte del año en el CAR de Madrid. “Nos ha venido de perlas”, cuenta Del Moral, que también dirige los entrenamientos de otros seis karatecas, entre ellos el número uno del ranking mundial Damián Quintero, con los que se conecta a través de la aplicación de software de videoconferencia Zoom.
“Algunos tienen que entrenarse en el salón de su casa porque no disponen de otro espacio. Es admirable. El problema es que los equipos tienen que entrenarse juntos por las caídas y las proyecciones. Necesitarían un tatami. Pero al menos puedo verles mientras practican porque este deporte es mucho de sensaciones”, afirma Del Moral, cuya llegada al cargo de seleccionador en 2016 supuso un cambio radical en el kárate español, desde entonces asiduo en los podios. “Ahora, con el confinamiento, el objetivo es que mantengan la forma con un trabajo más minucioso, con el que perfilamos los detalles más técnicos. Antes teníamos muchos campeonatos seguidos y no nos daba tanto tiempo. Esperamos que en agosto podamos concentrarnos en Sierra Nevada y preparar una prueba del circuito en Moscú y el Mundial de Dubai en noviembre”.
Mantener el sentimiento
El seleccionador trata de reproducir durante los entrenamientos las mismas condiciones que se dan en las competiciones. Pone música de campeonato y pide a sus pupilos que se vistan con el mismo karategi, el traje de los karatecas. “Nos mantiene ese feeling, le gusta que esté un poco nerviosa, que me peine y me maquille como en los campeonatos. Y se inventa una liguilla, con Francia, Japón, Italia… Y hasta me pone una nota como si fuera un juez, con el inconveniente de que sabe mis puntos débiles. Nos montamos el campeonato en casa”, desvela Sandra. El día 25 de marzo celebraron en casa la competición que debía haberse disputado ese día, el Europeo en Bakú. “Me dio como ganadora”, se carcajea la campeona mundial. “De premio, una galleta de avena con chocolate”.
elpais
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