Al malagueño Damián Quintero, subcampeón del mundo de kárate, le supo a poco la plata lograda en Madrid, pero asegura que sólo es un paso más hacia su verdadero objetivo: los Juegos de Tokio
Sea un oro o una plata lo que vista al cuello, el karateca malagueño Damián Quintero se ha convertido, por méritos propios, en un personaje mediático. Llevando su tierra por bandera y ayer quiso compartir su último logro en un recibimiento en el Ayuntamiento, un coloquio con la Asociación de Periodistas Deportivos de la provincia y un recibimiento en Alhaurín de la Torre, entre otros actos. Siempre sonriente, humilde y eternamente agradecido.
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–Quienes conocen su autoexigencia saben que la plata conseguida no le sentó muy bien…
–Hombre, me hubiera gustado más el oro, pero es verdad que van pasando los días y a uno se le va pasando el disgusto y la desilusión de haber perdido esa final, y va considerando lo que significa una plata mundial.
–¿Se sintió decepcionado?
–No tanto decepción, pero sí desilusión y tristeza por todo lo que había trabajado para llegar a ese momento y conseguir lo que creo que me merezco, la medalla de oro. Sentí que se me escapaba otra vez la oportunidad de ser campeón del mundo. Pero el Mundial es sólo un paso para llegar al objetivo, que son los Juegos de Tokio.
–¿Cómo contiene uno la rabia cuando ve a los jueces levantando las banderas en favor del japonés?
–Me bajó un poco esa rabia el público. De repente todo el pabellón se puso en pie y me aplaudió, aquello fue increíble. Ver que me apoyaba tanta gente pese a haber perdido. Me subió el ánimo, me llegó al corazón y hay que decirlo. Después ya vi la zona mixta, la cantidad de entrevistas… Eso ayuda a que se te vaya un poco de la cabeza lo sucedido en el tatami.
–Le cuesta llorar en público, pero ¿hubo algún amago de lágrima?
–Sí que se me saltaron las lágrimas en el podio, cuando estaba ahí y vi a mi familia y a mucha gente aplaudiéndome. Se la dediqué a mi familia, sobre todo porque siempre están ahí y saben el trabajo que cuesta y el esfuerzo que cuesta no sólo llegar a ese momento, sino todo el trayecto.
–¿Va aceptando el hecho de que cada día es más conocido?
–Poco a poco, entre los medios, los títulos y alguna que otra cosa que va saliendo más allá de lo deportivo y que dan visibilidad… Van subiendo los ‘followers’, te siguen un poquito más, pero ni soy famoso ni pretendo serlo.
«En época de competición me alejo del ruido mediático y de factores externos, y me meto en mi propia burbuja» en competición
«No quiero estropear el trabajo bebiendo; soy humano, salgo y celebro, pero prefiero lo tranquilo» tiempo libre
«El Mundial es sólo un paso para llegar al objetivo, que son los Juegos Olímpicos» la gran meta
–¿Le han tenido que bajar de las nubes alguna vez?
–Nunca, porque sé de dónde vengo, sé lo que trabajo día a día para conseguir los objetivos y siempre hay que estar con los pies en la tierra.
–Desde hace tiempo tiene amigos como Javi Hernanz o conocidos como Saúl Craviotto que compaginan sus deportes con la televisión. ¿De momento no tiene previsto apuntarse a ‘Masterchef’, no?
–(Ríe), de momento no está en mis planes porque tengo Tokio 2020 y nada me va a distraer en ese camino, pero en el futuro no digo que no. Al final, deportistas como ellos están abriendo un camino muy importante. Javi, que es muy amigo mío, siempre salía defendiendo los deportes minoritarios; es un buen escaparate.
–En la élite, cada uno tiene sus métodos de concentración, pero en su caso, se mete en una ‘cueva’…
–Sí, me alejo del ruido mediático y de factores externos que no controlo: el que la gente me dé más ánimo de lo adecuado o que salgan ‘haters’, que también los tengo, y cuyos comentarios te pueden afectar. Simplemente, me meto en mi propia burbuja. Como mucho, juego con una aplicación del móvil de cosas mentales.
–Si le dan un día libre en Madrid, ¿qué hace, se queda en casa con una manta y una película o sale por ahí?
–Generalmente, me quedo en casa, pero más que manta y peli, soy más de pizza y fútbol (ríe). Y salir con los amigos… Me voy haciendo mayor y no quiero estropear el trabajo bebiendo. Soy humano, salgo y celebro las cosas, pero prefiero algo tranquilo.
–¿Es pronto para hablar de Tokio?
–Ahora toca trabajar y, a finales del año que viene hacer matemáticas para poder cumplir con el objetivo.
diariosur
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