«Tiempo muerto», los 10 segundos que llevan tiempo muertos

Cuando empezaron a competir los más pequeños, alguien (creo saber quién) tuvo la brillante idea de crear un tiempo muerto para que los coach orientaran las acciones de sus pupilos. Con esto se conseguía que el tatami no fuera una jaula de grillos y los más peques, que son muy vulnerables, tuvieran el combate en paz, sin cientos de estímulos de su coach o del contrario que, contrariamente a lo que muchos creen, no ayudan y sólo generan ruído. El estar competidor y entrenador próximos hacía que no fuera necesario gritar.
Se artículó bien para que no fuera un medio de manipulación de la competición sino una ayuda a ella:

El árbitro no está obligado a detener inmediatamente el combate, éste deberá evaluar
la situación y atender la solicitud de “tiempo muerto” sin que el momento de parar el
combate suponga ventaja o perjuicio, para ninguno de los competidores.

¡Hajime!

La prueba de que, en origen, así se pensó, es que los coach no tenían permitido hablar fuera de ese tiempo estipulado. Ésto, además tenía la ventaja de que ambos coach jugaban con las mismas reglas, 10 segundos cada uno, y añadía una herramienta estratégica extra en manos de hábiles senseis, al igual que pasa actualmente con el VR. Adicionalmente, el panel arbitral podía desarrollar su labor en un entorno tranquilo, lo que redunda en un mejor arbitraje.

Para que algo se pudra, sólo hay que dejarlo al aire libre un tiempo, y poco a poco se va degenerando. Es algo que apenas se aprecia, ya que ocurre a diario y no es apenas perceptible, igual que el crecimiento del pelo o de las uñas. Cuando te percatas, sólo queda meter la podadora o abrir el cubo de la basura.

Erradicar una costumbre, y más si en otras categorías se sigue aplicando es prácticamente imposible, y al igual que en un cesto de manzanas, la pocha contagia a las sanas, se fue permitiendo que los coach fuesen dirigiendo a sus pupilos fuera del tiempo tasado, primero si lo decían muy bajito, luego si no interrumpían el combate…….y así hasta llegar al punto de que no hay diferencia entre dirigir a un adulto o a un niño, fuera de esos segundos de «intimidad», que ya carecen de sentido.

Podría entrar también en cómo está implementado el sistema. No queda claro cuándo poner el tiempo en marcha, la mayoría de las veces, cuando el niño llega al lugar acordado, el tiempo se ha consumido en su totalidad, motivo por el cuál, se quedan el adicional que consideren después de agotado el reglamentario. Y sí amiguitos, como después de arbitrar horas y horas, es difícil estar al 100%, hay coach que solicitan dos tiempos muertos en el mismo combate…….y a veces cuela.
Lo bueno es que está chupado solucionarlo, lo malo, ya lo pensais vosotros.