En Pakistán, cientos de mujeres de la etnia hazara aprenden técnicas propias del karate, un arte marcial que se ha hecho muy popular en esta comunidad oprimida que tiene prohibida la práctica de deportes para las féminas.
En la ciudad de Quetta (oeste de Pakistán), las mujeres hazaras, de confesión mayoritariamente chiita, viven refugiadas en dos enclaves considerados de alta seguridad.
Fácilmente reconocibles por sus marcados rasgos asiáticos, lo que las convierte en objetivos fáciles para extremistas sunitas que las consideran herejes, las mujeres hazaras han sufrido decenas de ataques desde 2001 en Pakistán y en el vecino Afganistán.
Las mujeres son también a menudo objeto de acoso sexual, un fenómeno habitual en los mercados y en los transportes públicos.
“No podemos evitar las explosiones de las bombas con el karate, pero con las técnicas de autodefensa he aprendido a sentirme en confianza (…) Todo el mundo aquí sabe que voy al club (de deporte), nadie me dice nada cuando estoy fuera”
Nargis Batool, mujer hazara de 20 años que parctica karate
Karate, una práctica prohibida para mujeres de Pakistán
Unas cuatro mil personas practican karate en unos 25 clubes de la provincia de Balochistán, de la que Quetta es la capital, según Ishaq Ali, el jefe de la federación provincial de Wushu Kung Fu, que engloba a este deporte.
Dos clubes de la ciudad, que reciben cada uno a unas 250 personas, indicaron que la mayoría de sus clientes eran mujeres hazaras.
- De entre ellas, varias participan en competiciones con el objetivo de ganar algo de dinero.
El deporte femenino sigue siendo una práctica poco desarrollada en Pakistán, un país conservador en el que habitualmente son las propias familias las que lo prohíben, pero existen algunas excepciones a la regla:
“En general, las mujeres no pueden hacer ejercicio en nuestra sociedad, pero en el nombre de la autodefensa o de su familia están autorizadas”
Fida Hussain Kazmi, profesor de artes marciales
Dos campeonas nacionales, Nargis Hazara y Kulsoom Hazara, que han ganado medallas en competiciones internacionales, han jugado un papel fundamental.
Kazmi, de 41 años, ha entrenado a cientos de mujeres durante años, después de haberse formado con un profesor chino en Lahore (este).
Ofrece dos horas de entrenamiento seis veces por semanas por una tarifa de 500 rupias (2.75 euros, 3.27 dólares), pero también propone cursos gratuitos a mujeres que han perdido a un ser cercano debido a la violencia extremista.
“La comunidad hazara se enfrenta a varios problemas, pero con el karate comenzamos a sentirnos más seguras”
Syeda Qubra, estudiante de 18 años que perdió a su hermano en un atentado con bomba en 2013.
unotv
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