El karate es un deporte apto para pequeños y mayores así como para gente con diferentes capacidades físicas.
Para aquellos que no encuentran su sitio en la sala de pesas, hay un amplio abanico de posibilidades de nuevas prácticas deportivas que, quizás, pasen desapercibidas. Una de ellas es el kárate (o karate), un arte marcial de origen japonés que, a su vez, es uno de los deportes más completos que se pueden practicar. El karate combina la parte física y mental mientras se ejercita. «Es un deporte universal, adaptable a todas las necesidades», explica Almudena Muñoz, directora de comunicación de la Real Federación Española de Karate.
Después de su aceptación para los Juegos Olímpicos de 2020 en Tokio (aplazados para este 2021), lo que supuso un gran revulsivo para los deportistas profesionales de este deporte en España, el Comité Olímpico ha decidido dejarlo fuera de los próximos Juegos en favor de otras especialidades como el break dance. Una de las explicaciones para excluir el karate es que se buscan deportes que atraigan a la gente joven, «y en esta disciplina el 70% de las licencias se dan a gente de menos de 18 años», señala Almudena.
Este deporte, que ya cuenta con más de 100 millones de practicantes en todo el mundo, no solo es apto para la gente joven. Desde en niños pequeños hasta en personas de más de 90 años, el kárate trabaja a conciencia el cuerpo pero también la mente y desarrolla habilidades físicas como el equilibrio, la fuerza, la velocidad y la coordinación.
Igualmente, es bueno para el desarrollo psicológico ya que se trabajan el respeto, la autoestima y la motivación. La capacidad de adaptación de este deporte a todos los niveles y experiencias, resalta Almudena, es lo que hace tan inclusivo. Desde la práctica del para-karate, en la que se adapta este arte marcial a las capacidades de personas con diferentes necesidades, hasta la personalización por edades, cualquiera es bienvenido sobre un tatami.
Desde pequeños
Almudena explica que el karate es especialmente beneficioso para los más pequeños. Por un lado, el trabajo psicomotriz ayuda al completo desarrollo de los niños y, por otro, es una práctica que inculca valores como el respeto y la disciplina, costumbres que los menores irán adquiriendo y reflejando en su día a día.
«En el karate nadie se queda atrás y todo el mundo puede hacer lo mismo», señala Almudena, y por esta misma razón mejora también la autoestima. Al contrario que en deportes de equipo, en los que habitualmente tiende a prevalecer la competición y la necesidad de más gente para practicarlo, el karate no implica esa acción de «jugar» o de «competir»: se puede ejercitar solo. «Es un arte que no necesita ese plus de competición en ninguna de sus dos modalidades».
Pies descalzos y un tatami
Para practicar karate solo es necesario contar con un tatami (ya que se practica con los pies descalzos) y un karategui con un cinturón. Al contrario que otros deportes que exigen un equipamiento más costoso, lo necesario para practicar karate está disponible en un amplio rango de precios (en tiendas de deporte un karategui para niños puede costar apenas 12 euros), lo que lo convierte en una opción asequible para muchas familias.
Es muy aconsejable acudir a un centro especializado en este tipo de arte marcial, ya que lanzarse a aprender desde el salón de casa puede acabar con algún mueble o algún deportista accidentados. Es conveniente, sobre todo, en el caso de los más pequeños, para que puedan aprender esta disciplina de manera sólida desde el principio.
En la práctica del karate es muy sencillo mantener la distancia social (menos en la modalidad de combate), por lo que es un deporte seguro. Además, algunas escuelas imparten clases al aire libre, siempre y cuando el clima lo permita, así que las excusas son pocas para no animarse, al menos, a probar este arte marcial centenario.
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