Damián Quintero encara el Europeo con la mente puesta en los Juegos de Tokio 2020, los primeros y únicos con kárate
Serán sólo tres minutos.
De puntillas y con los puños apretados, Damián Quintero se presentará en el tatami. Un paso adelante y un puñetazo al aire, ¡zas! Otro paso adelante y otro puñetazo al aire, ¡zas! Cinco jueces observarán su precisión, su velocidad y su potencia desde fuera del cuadrilátero. En sus manos, dos banderas.
Habrá más golpes imaginarios del español, posturas de defensa y un par de veces, el clímax de su actuación, castigará a un rival inexistente con violencia. ¡Zas! ¡zas! ¡zas! y luego un grito: «¡Aaaaah!» Con las palmas sobre sus pantorrillas, se retirará del tatami. Y los jueces decidirán entonces si levantan su bandera o la de su rival (éste de verdad).
Habrán sido sólo tres minutos.
Y ya está. La oportunidad de Quintero de ser medallista olímpico se habrá decidido en 180 cortísimos segundos durante los Juegos de Tokio 2020. Antes no hubo ninguna, pues el kárate debutará entonces como olímpico. Y después no habrá ninguna, pues los Juegos de París 2024 quieren cambiarlo por el break dance (sí, sí, el break dance).
De 34 años, Quintero ha sido subcampeón de kata en los dos últimos Mundiales por detrás del japonés Ryo Kiyuna, ha alcanzado varias veces el número uno del ranking WKF y el próximo fin de semana buscará en Guadalajara su quinto título europeo, el quinto consecutivo. Pero podría retirarse sin el podio que le cambie la vida. Menuda presión.
«Todavía el kárate no está totalmente fuera, debe decidir Comité Olímpico Internacional en diciembre de 2020, pero… En los Juegos nos jugamos mucho: desde la visibilidad a las becas. No quiero pensar en la presión que vendrá, quiero pensar en lo mucho que me estoy preparando para Tokio. Si sólo hay una oportunidad de ser medallista olímpico, tendré que aprovecharla», comenta Quintero a EL MUNDO con la tranquilidad de quien más no puede hacer.
Porque en 2015, antes incluso de que el kárate fuera oficialmente olímpico, pidió una excedencia en su trabajo como ingeniero aeronáutico en ATOS para centrarse en los Juegos y poco después se puso en manos de su actual entrenador, Jesús del Moral. Desde entonces ha multiplicado sus horas de entrenamiento y la efectividad de las mismas. El sueño es vencer incluso a Kiyuna y llevarse el oro. La preocupación, que en Japón el criterio de los árbitros se pase de casero.
«Obviamente allí todo será más difícil. Pero confío en que los árbitros sean justos», apunta Quintero, nacido en Buenos Aires, residente en Torremolinos desde los cinco años, que conoció el kárate a los siete y que nunca se planteó pasarse a la otra modalidad, el kumite: «Nunca me ha gustado pelear».
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