El malagueño, número uno del mundo en la especialidad de katas, sueña con disputar la cita de Tokio 2020
No es fácil llegar, pero menos aún mantenerse. La vida de un número uno está marcada por el trabajo y la constancia, aunque tenga que ser en solitario, alejado de familia y amigos. Es el caso del ya consagrado como el karateca español más laureado de la historia, el malagueño, aunque natural de Buenos Aires, Damián Quintero, asentado en lo más alto del ‘ranking’ mundial en la modalidad de katas. Es uno de los deportistas más veteranos del prestigioso Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde reside y se entrena desde 2002 y donde nos recibe para contarnos cómo es su día a día y cuáles son sus objetivos cara al nuevo curso, que comenzará a sentar las bases del mayor reto de su carrera: los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020.
–Empieza la nueva temporada y toca volver a la rutina, ¿cómo es su día a día aquí?
–Nada más levantarme, sobre las 8.00 horas, desayuno y chequeo los ‘emails’ de eventos y demás. Mi primer entreno es siempre a las 10.00, dura tres horas y está estructurado. Primero hacemos técnica general, después la parte específica de katas y luego unos 40 minutos de físico en tatami o gimnasio. Como sobre las 13.30 y descanso hasta las 16.00. Ya puede caer una bomba, que yo me voy a echar mi siesta (bromea). Luego un café y llega el segundo entreno, de entre dos y dos horas y media. Así de lunes a domingo, salvo que haya competiciones o eventos.
–Además, al ser deportista de alto nivel, imagino que tendrá algunas restricciones en cuanto a la alimentación, alcohol…
–En mi caso no compito bajo un peso concreto, aunque intento mantener los 74,5-75 kilos. No trabajo con nutricionista, pero sí que me controlo y como mucha fruta y verdura, algo de carne y pescado e hidratos cuando se compite. Eso así, alcohol no bebo nada, como mucho una cerveza de vez en cuando. Si te quieres ir de fiesta, sabes que luego tu rendimiento no va a ser del cien por cien. Ya somos mayores para saber lo que nos conviene a cada uno. Yo me he marcado un objetivo muy claro y trabajo para conseguirlo.
–Ya comienza a pensar en los Juegos de Tokyo 2020, ¿cómo se presenta el calendario?
–El del año que viene es brutal, cada dos semanas habrá algún viaje para un torneo, además de eventos que van saliendo. Hay que entrenar el doble, la gente se está poniendo las pilas y los países están invirtiendo mucho dinero en sus atletas. En España estamos un poco expectantes todavía… Necesitamos todo el apoyo para poder estar ahí”.
–¿Cómo funcionará la clasificación olímpica?
–Los cuatro primeros del ‘ranking’ mundial serán los que accedan directamente a los Juegos y después habrá un preolímpico, donde se clasificarán tres más, además de un japonés, que tiene plaza por ser su país el anfitrión y dos plazas más, que se las guarda la Federación Internacional, intentando mantener la diversidad de continentes.
¿Está de acuerdo con esa última medida?
–No me parece demasiado bien, porque puedes estar quitándole la posibilidad de acceder a alguien que esté infinitamente mejor preparado pero no haya podido acceder a la plaza.
–Con tanto trabajar, no parece que le quede mucho tiempo para el ocio…
–Este año además sólo he tenido quince días de vacaciones… Al menos tengo la suerte de tener a mi hermana en Madrid con los niños. Ella trabaja en una cadena hotelera. Los fines de semana siempre me escapo a verlos y así desconecto. Mi tiempo libre es para estar con la familia, si no estoy aquí, bajo a Málaga o subo a Asturias a ver a mi chica.
–¿Echa de menos Málaga?
–Mucho… el bajar a casa, ver a mis padres, mis amigos de toda la vida, dar mis paseos por la Carihuela.
–Lo que sí va siempre para su tierra son las medallas, ¿no?
–Todas van para allá, mi madre las ordena como quiere y no se pueden tocar. Entiendo que el sentimiento de mis padres es el de que tienen a sus dos hijos fuera y creo que es el modo de decirles que estamos conectados. La familia es la que más te apoya y a la que menos ves, eso es muy injusto.
–Sin embargo, desde su llegada en 2002 (tenía 18 años), reside con los deportistas del C.A.R., ¿cómo lleva la convivencia?
–No me puedo quejar, ahora no vivo en la residencia, sino en unos pisos independientes, pero tengo todas las facilidades (lavandería, comedor…). Yo vivo con Matías Gómez (también de karate) y tengo muchas amistades, como Jack Cuesta, arquero olímpico en Londres, de hecho hasta soy el padrino de su hija, también Javi Hernanz y Saúl Cravioto (piragüistas), Carolina Marín (bádminton).
–¿No ha habido momentos de tensión o roces de convivencia?
–Siempre hay alguno que te ve todos los días y no saluda, pero yo siempre intento saludar a todo el mundo… En realidad, el ambiente es muy sano, no hay envidias entre nosotros, intentamos motivarnos con los logros de los demás. Es muy motivador estar comiendo a lado de olímpicos y ver cómo han conseguido sus metas.
–Hablando de deportes, además del kárate, ¿practica o ha practicado alguno más?
–Me gusta mucho el snowboard y practicarlo en Sierra Nevada, pero en el día a día es imposible hacerlo, porque es muy lesivo… Aparte soy muy futbolero. Soy del Málaga y del Barcelona, y tengo el honor de que me hayan invitado a estos dos palcos, tanto Bartomeu como el jeque Al-Thani.
–Le falta el Unicaja…
–Sí, también lo sigo. Yo de pequeño jugaba al baloncesto, en el colegio Miramar de Torremolinos y competíamos con la cantera del Unicaja a ver quiénes eran los mejores de Málaga. Yo era base, por la altura otra cosa no podía hacer (bromea). Empecé con el baloncesto y el kárate a la vez, en el colegio le daba a la pelota y enfrente tenía el gimnasio, en la Plaza Andalucía, pero me acabé decantando por lo que se me daba mejor.
–Eso sí, sin abandonar nunca los estudios, porque es licenciado en Ingeniería aeronáutica. ¿Cómo pudo compaginarlo con los entrenos?
–Acabé en 2010, hice un máster en 2011 y en 2012 entré como becario en una empresa, donde me contrataron y estuve tres años compaginando la ingeniería de cálculo y de aeronáutica con el deporte, pero llegó un momento en el que me fue imposible llevar ambas cosas, aunque me dieran facilidades en la empresa para entrenar.
–¿Se ve dedicándose a ello en un futuro?
–Quién sabe. Tengo la carrera ahí por suerte y por la insistencia de mi madre, pero me veo dedicándome más al deporte. Estoy tan metido que veo ciertas injusticias que sufren los deportistas día a día y me digo, ¿por qué no vincularme a esto el día de mañana para intentar poner soluciones?
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