Aquel niñito cubanoamericano vestido con su traje de karate que iba de coche en coche con un tarro de donaciones en la esquina de East 21 Street y 4t Ave. en Hialeah en 2007 es ahora un olímpico de 23 años que se dirige a Tokio la próxima semana con esperanzas de ganar una medalla de oro.
Ariel Torres es el No. 6 del mundo y el mejor deportista olímpico del Equipo USA de en “kata”, la disciplina de karate que no es de combate y que se conoce como “formas”. Tiene vívidos recuerdos de haber pasado largas horas en esa esquina para recaudar fondos para pagar las cuotas de los torneos sus padres inmigrantes no podían pagar.
Su hermana mayor, Yusleykys, confeccionó una cartulina en la que se leía “Donaciones para la competición de karate” y pegó en ella un par de medallas de Ariel. Su padre llevaba el cartel mientras él recogía el dinero de los transeúntes y conductores.
“Cada vez que había un semáforo en rojo, hacía una kata, una forma básica un poco corta, luego lanzaba un grito y después iba de coche en coche poniendo el tarro delante de ellos”, dijo Torres, tras una sesión de entrenamiento el miércoles en el Dojo Shotokan/Kenseikan de West Kendall. “La mayoría de la gente donaba y pudimos reunir los fondos para alquilar un coche y conducir hasta Carolina del Norte para el campeonato nacional y gané tanto en kata como en combate.
Torres, que se graduó en la secundaria Westland Hialeah, dijo que está siempre en deuda con la comunidad de Hialeah por todo el apoyo recibido a lo largo de los años.
Torres nació en Pinar del Río, Cuba, y llegó a Miami a los 4 años en 2002 con su madre, Andrea, y su hermana. Su padre, Ariel Torres Sr., había emigrado a Nueva Jersey dos años antes, vivía sin pagar nada con un amigo y trabajaba en un taller de carrocerías para ahorrar dinero para cuando llegara el resto de la familia.
Ariel Jr. solo tiene recuerdos limitados de Cuba.
“Recuerdo que teníamos un teléfono rojo y que después que mi papá se fue de Cuba, yo cogía el teléfono, pulsaba los botones y fingía que estaba hablando con él”, dijo Torres. “Mi madre me decía una y otra vez que íbamos a verlo muy pronto. Mi otro recuerdo es el del camión de los helados, que pasaba por nuestra casa todos los días”.
Una vez que la familia se reunió en Estados Unidos, los padres de Ariel decidieron instalarse en Hialeah. Su madre, quien no ve de un ojo, limpiaba casas y era niñera para ganar dinero. Su padre fundó NCR Gutters Inc., una empresa que fabrica e instala canalones de lluvia sin juntas. Todavía es dueño del negocio.
EL KARATE AYUDÓ A TORRES A CONCENTRARSE
Ariel empezó a asistir a escuela Hialeah Elementary School, a diferencia de su hermana, que era paciente y estudiosa, tenía problemas para prestar atención a los profesores y mantenerse concentrado.
Un médico les dijo a sus padres que era hiperactivo y les sugirió que lo metieran en un deporte de artes marciales, que enseña disciplina. Había una escuela de karate a poca distancia de la casa de los Torres, lo que era perfecto porque no tenían auto. Ariel empezó a tomar clases con un sensei inmigrante cubano llamado Toy Malvarres, y se enamoró del karate.
Llegó a ser tan bueno que Malvarres lo presentó ante el respetado sensei Robert Young, que trabajaba en una escuela propiedad de Doug Stein, abogado y antiguo ejecutivo de USA Karate.
“Me encantó la unidad de todos los chicos, golpeando juntos, pateando juntos, gritando juntos, haciendo flexiones”, dijo Torres. “Quería ser mejor y eso, con el tiempo, hizo nacer en mí el lado competitivo”.
Sus padres, al ver lo mucho que le gustaba el karate, le dijeron que no dejara que su falta de dinero le impidiera perseguir sus objetivos.
“En ese momento no me llamó la atención, solo me alegraba de poder competir y ahora me digo: ‘Vaya’, no puedo creer que hayan creído tanto en mí”, dice. “No conozco a muchos padres que lo sacrificaran todo por un sueño tan infantil. Y también se sacrificaron por mi hermana”.
Torres se esforzó en elogiar a su hermana, quien asistió al programa de honores del Miami Dade College, a la Universidad Barry y a la Universidad Nova. Ahora, con 31 años, es investigadora médica que estudia a enfermos de Alzheimer.
“Yo voy a los Juegos Olímpicos, pero lo que ha hecho mi hermana es mucho más increíble que lo que he hecho yo”, dijo. “Todos los premios que tengo en karate, ella tiene 10 veces más en la escuela. Siempre tenía la cabeza metida en los libros y estudiaba mucho mientras yo corría por ahí haciendo karate. Me inspiró porque vi lo mucho que estudiaba, y quise trabajar así de duro en mi pasión”.
Cuando estaba en el último año de secundaria, el sensei Young le dijo que el Comité Olímpico Internacional iba a añadir el karate al programa de los Juegos Olímpicos de Tokio, previstos inicialmente para 2020. Young exhort’o a Torres a apuntar a las Olimpiadas, así que llevó su entrenamiento a otro nivel.
Dedicó todo su tiempo libre al deporte, dejó de ir a fiestas e incluso al baile de graduación para asistir a competiciones en las que podía ganar puntos para subir en la clasificación mundial. Una vez que alcanzó el puesto 12 del mundo, cumplió los requisitos para recibir fondos del Comité Olímpico de Estados Unidos.
El karate es uno de los cinco deportes añadidos a la lista de deportes de Tokio, pero no pasó el corte para París 2024, por lo que ésta puede ser la única oportunidad de Torres de competir por una medalla olímpica.
Young es uno de los sensei más respetados del deporte y presentó a Torres a algunos de los entrenadores y atletas más exitosos del mundo. Young también entrena a Grace Lau, de 29 años, que representa a Hong Kong en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Torres hizo sus pinitos en el campo traviesa cuando estaba en la escuela, pero siempre se sintió más atraído por el karate. Aunque no es lo mismo que la película The Karate Kid, el deporte se centra en las virtudes de la vida, como se muestra en la película.
“El karate te enseña las virtudes de la vida que intentamos seguir, el carácter, la compasión, la gestión del tiempo, todas estas cosas que intentamos hacer para ser un mejor miembro de la sociedad”, dijo. “Quiero ser una mejor persona, un mejor hijo, un mejor amigo. Eso es lo que más me gusta del karate, intentar ser mejor en todos los aspectos de mi vida”.
Torres compite en Tokio el 6 de agosto. Sus padres no podrán estar allí, debido a las restricciones de viaje por el COVID-19, pero él pensará en ellos ese día.
“Me siento extremadamente bendecido”, dijo. “Es un sueño hecho realidad. Siento que mucha gente dudaba de mí, pero desde muy joven estaba decidido a ir y seguí luchando, y mis padres siempre me apoyaron plenamente, incluso después de tener duras derrotas”.
ORGULLOSO DE SUS RAÍCES CUBANAS
Aunque ha vivido en Estados Unidos la mayor parte de su vida y competirá para el Equipo USA, Torres dijo que todavía se siente profundamente vinculado con sus raíces cubanas. Tiene parientes cercanos que viven en la isla y ha prestado mucha atención a las noticias de las protestas callejeras de los últimos días.
“Diría que soy 100% cubano y 100% estadounidense, soy ambas cosas”, dijo. “Mi familia en Cuba está muy orgullosa de mí. Soy un cubanoamericano orgulloso. Estoy orgulloso de la libertad que tengo en este país. He podido perseguir mi sueño al más alto nivel, y quiero inspirar a todo el pueblo cubano y demostrar que si los liberaran ellos también podrían hacer realidad sus sueños, porque los cubanos tenemos un corazón fuerte y convertimos nuestras emociones en poder”.
Su mensaje al pueblo de Cuba: “Sigan vivos. Sigan haciendo lo que están haciendo. No se rindan. Les deseo lo mejor y espero que algún día puedan ser tan libres como yo y cumplir sus sueños”.
elnuevoherald
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