«La sociedad española es mucho más individualista que la japonesa»
Es el primer japonés residente en Santander. Vino en 1966 a la UIMP para aprender español y se quedó a vivir, cuando sólo había otro japonés más en España
Tatsuhiko Hattori (1944, Nagoya, Japón) trata de no sonreír cuando le hacen fotos. Pero ni él ni ningún otro japonés porque «es una norma no enseñar los dientes para aparentar formalidad». Las enormes diferencias culturales no impidieron que este japonés, karateka y budista, fijase en Santander su residencia, donde ejerció de profesor de Educación Física, con un gimnasio en propiedad y siendo instructor en la Mutua. Llegó con 21 años (1966) para aprender español en la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP). Obtuvo la nacionalidad española, pero tuvo que renunciar a la japonesa. Su adaptación fue «fácil», si bien, mantiene como lema de vida el de ‘ Wa no kuni‘, el país de la armonía.
-Amante de la copla, del flamenco y la guitarra, ¿es usted un japonés muy español?
-Japón tiene mucha simpatía por la cultura española. Es el mayor núcleo de flamenco después de España. Empecé a tocar la guitarra española a los 15 años y siempre que voy a Madrid visito el tablao ‘Corral de la Morería’. No bailo, voy a oír, sentir y ver. Me llena de sentimiento.
-¿Cuál ha sido el mayor choque cultural que ha percibido?
-La sociedad española es mucho más individualista que la japonesa, que vive más conectada entre sí, buscando la felicidad de todos y con un compromiso con los demás. En cambio, en España cada uno es más libre, para lo bueno y lo malo. En España son más simpáticos y es fácil hacer amigos.
-¿Qué caracteriza a un japonés?
-La mayoría somos budistas y sintoístas, un estilo de vida que busca estar en paz, tranquilos y no meterse con los demás. Antiguamente, Japón se conocía como ‘Wa no kuni’, que significa el país de la armonía. Los japoneses somos más tranquilos, salvo en el trabajo, que estamos más agobiados.
-Es usted maestro de artes marciales.
-Soy karateka licenciado en artes marciales con cinturón negro. He tenido muchos alumnos en Cantabria. En concreto, tengo siete alumnos que han estado conmigo durante 55 años. Desde que llegué a Santander tuve suerte porque hice buenos amigos que practicaban kárate, como Fiochi, Presmanes o Quintana. Miguel Ángel Revilla también ha sido alumno mío durante muchos años y fue muy disciplinado. Si los alumnos no lo son, yo les hago disciplinados. Desde que empecé en la Mutua en 1969, ha pasado todo Santander a recibir tratamiento, hasta don Emilio Botín y su padre don Marcelino.
-¿Qué aporta la práctica de artes marciales?
-Estar bien física y mentalmente. No sólo es deporte, también ganas confianza. Es una práctica muy mental que requiere concentración. En la vida, todo está en la mente, al igual que en el kárate. Cuando te propones romper un ladrillo con la mano, si estás convencido podrás con todo, si lo haces con dudas, dolerá.
-¿Qué echa de menos de su país de origen?
-Hoy no echo en falta nada, cuando llegué, de todo. En especial, a mi familia y la comida típica. Cuando llegué a Santander yo era el único japonés en la región y en España sólo había otro más.
-¿Y lo más emocionante que le ha ocurrido en España?
-Cuando hice de intérprete para los emperadores de Japón, Akihito y Michiko, en su visita a Cantabria en 1973. Guardo las fotografías de aquellos días como un tesoro. Establecí con ellos una relación cercana e, incluso, la esposa me apretó la mano al despedirse en señal de agradecimiento, un gesto inimaginable que ocurra en Japón, donde no mantenemos contacto físico en público.
-¿Cómo es la relación entre ambos países?
-El rey Felipe VI ha estrechado los lazos entre España y Japón con el convenio alcanzado el año pasado que permite a los españoles trabajar durante un año en el país. El rey Felipe VI es amigo íntimo del príncipe heredero, Naruhito, que el próximo año estará al frente del país. La amistad les viene de jóvenes porque estudiaron juntos y fue el monarca español quien le presentó a su hoy esposa, la princesa Masako, que también estudió con ellos.
-En términos de igualdad de género, ¿cómo es Japón?
-Tengo suerte de ser español, ya que allí hay mucho machismo. Las mujeres no acompañan a los hombres en actos públicos ni van a las reuniones de trabajo.
-¿Tiene nacionalidad española?
-Sí, soy español. Japón no te permite tener doble nacionalidad, así que tuve que renunciar a ella para obtener la española. Tomar la decisión fue difícil en el plano emocional, pero sobre todo para mi familia de allí. Ahora cuando viajo a Japón, una vez al año, en el aeropuerto accedo a mi país por la puerta de extranjeros.
-¿Es cierto que los japoneses trabajan mucho?
-La clase trabajadora es muy responsable porque siente la empresa como suya, no puede fallar. A cambio, el empresario le mima mucho y le agradece su trabajo con hasta cinco pagas extra si hay beneficios y buenas prestaciones sociales. No hay tanta diferencia salarial como en España y si van mal las cosas, el empresario es el primero en bajarse el sueldo.
Rutinas del país nipón que no se olvidan
Cada mañana después del desayuno Hattori acude a un pequeño altar con fotos de sus seres queridos que ya no están, cambia el agua y prende incienso. Saludar a los muertos es una costumbre japonesa que se hace en todas las casas. En Japón no se cuelgan fotografías en las paredes como hacemos en España. Las únicas fotos que se exhiben al público son de personas que han fallecido, las otras van en los álbumes. En el tiempo libre, a Hattori lo que más le gusta hacer es enseñar la cultura del país que le vio nacer y crecer. Le entretiene hacer papiroflexia, cálculos con el ábaco y otras artes japonesas.
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